Profecías Bíblicas e Insuficiencia Humana



profecías e insuficiencia humana

La profecías bíblicas muestran la salida para...
La insuficiencia humana


El avance científico y tecnológico no ha resuelto, ni podrá resolver jamás, el problema existencial del ser humano: nos referimos a esa sensación abrumadora de que siempre hay algo que nos falta, aún después de haber concretado nuestros sueños.

Muchos, para llenar ese vacío del alma humana, buscan la compañía de otras personas. Pero el compañerismo que los amigos pueden ofrecer es demasiado pequeño para llenar el espacio infinito del corazón humano. Otros se dedican a acumular riquezas permanentemente. Pero el dinero tampoco soluciona el problema. Podemos amasar fortunas incalculables, pero, aunque pudiéramos conquistar todo el mundo, todavía nos quedaría el ansia de nuevas y mayores adquisiciones; es una sed insaciable de llenar el vacío del corazón humano.

El sexo, el matrimonio, la educación, son otras alternativas que el hombre ha buscado en su intento por realizarse totalmente, pero siempre producen el mismo resultado: una inexplicable sensación de vacío e insuficiencia. 

Las profecías bíblicas muestran que la solución que todos buscamos no está en este mundo. Si estuviera aquí, la humanidad ya la habría encontrado. La satisfacción  plena es el producto de la seguridad absoluta y de la paz interior, cosas que sólo Dios puede dar. Sólo un Dios infinito puede llenar, con su amor, el inmenso vacío del corazón humano. Y esta conquista espiritual está al alcance de todos los que, reconociendo su incapacidad, aceptan el regalo que el cielo nos ofrece: vida eterna a través de Jesucristo: “Porque la paga del pecado es la muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6: 23).

La salvación, por lo tanto, es un presente que Dios ofrece al hombre. Ese presente no se puede pagar, todo lo que se puede hacer es aceptarlo.

Las profecías bíblicas dicen que podemos aceptar este don de Dios así como somos, pero después de eso nunca seremos los mismos, porque El nos irá transformando. Como dijo San Pablo: “Dios es quien hace nacer en ustedes los buenos deseos y quien les ayuda a llevarlos a cabo, según su buena voluntad” (Filipenses 2: 13).


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