Profecías Bíblicas y Desesperación
Las profecías bíblicas muestran la salida para...
La desesperación
—No quiero vivir más —decía gimoteando un joven, mientras intentaba librarse de los guardias que habían logrado sujetarlo, justo cuando estaba por arrojarse al vacío desde un puente.
Luego de algunos momentos, y ya un poco más calmado, le contó a los policías los motivos que lo llevaron a tomar aquella decisión extrema. Eran tantos los problemas que lo afligían, y tan grande su desesperación, que casi convence a los guardias de que le dejaran consumar su intento.
Desde una perspectiva más abarcante, general y colectiva, la humanidad parece estar a punto de “tirarse desde el puente” al no encontrar respuesta a sus problemas más cruciales. Las soluciones que han surgido van desde el “cuanto peor, mejor”, pasando por la sublevación armada y la lucha de clases, y llegando hasta los desgastados “encuentros cumbre” entre los líderes de las grandes 4 potencias.
Pero la verdadera salida para la desesperación en que se encuentra la humanidad como un todo, y las personas individualmente, es simple e incluye un cambio radical. Se fundamenta en el amor de un Dios que no es insensible al sufrimiento humano, ni está dispuesto a permitir que el mundo se convierta en un lugar caótico e inhabitable.
La profecías bíblicas dicen que Dios está listo para intervenir, con su presencia, para “destruir a los que destruyen la tierra” (Apocalipsis 11: 18). Cuando Jesús estuvo en este mundo, y antes de ascender a los cielos, aseguró que volvería en breve para establecer la paz y la justicia en la tierra, en un reino fundado sobre el amor.
San Pedro, el apóstol del Señor, refiriéndose a esa feliz esperanza, dijo: “Nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 S. Pedro 3: 13).
La única salida para la humanidad es la promesa de un mundo mejor, tal como fue descrito por San Juan, otro de los apóstoles de Jesús, quien dijo: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva. . . Y enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron. . . estas palabras son fieles y verdaderas” (Apocalipsis 21: 1, 4, 5).
Usted puede confiar en las promesas de Dios, porque ellas jamás fallan.
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