Advertencia predicha
SE PROFETIZA LA ADVERTENCIA DIVINA
Cumplidas todas las profecías acerca del advenimiento de Cristo, su regreso puede ocurrir en cualquier momento. Todas las declaraciones de las Escrituras muestran que “vendrá como ladrón en la noche” (2 S. Pedro 3: 10); “a la hora que no pensáis” (S. Mateo 24:44). Por lo tanto, Cristo mismo nos hace esta solemne advertencia:
“De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama se enternece, y las hojas brotan, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando viereis todas estas cosas, sabed que está cercano, a las puertas”. “Velad pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Esto empero sabed, que si el padre de la familia supiese a cuál vela el ladrón había de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad apercibidos; porque el Hijo del hombre ha de venir a la hora que no pensáis” (S. Mateo 24: 32, 33, 42-44).
En vista de las predicciones del Señor Jesús, ningún cristiano tiene excusa para ignorar las señales de su glorioso regreso, y por ellas a qué altura del tiempo profético vivimos, y la cercanía del cumplimiento de la milenaria promesa de Dios acerca del establecimiento de su reino eterno en este mundo, porque la orden de Cristo a cada discípulo es: “Escudriñad las Escrituras” (S. Juan 5:39).
Por consiguiente, la oscuridad en que viven muchos en el mundo cristiano respecto a estas cosas se debe exclusivamente a la indolencia en el estudio del Libro fundamental del cristianismo. Sin embargo, el desconocimiento negligente de los planes de Dios no influirá en manera alguna en el cumplimiento de los mismos, porque el Creador tiene establecidos “el día y la hora” de la venida de su Hijo en gloria y majestad para establecer su reino eterno. Y tanto los descuidados, como los que rechazan la advertencia perderán la más grande y maravillosa oportunidad de la vida de todo ser humano: estar listos para entrar en él.
Si la máxima esperanza cristiana se cifra en ese suceso, porque las promesas del Maestro se centran en el mismo, la profesión de discípulos de Cristo no puede menos que llevarnos al conocimiento cabal de esa expectativa. Ignorarla es, en gran medida, descalificarnos como cristianos, creyentes en Dios y seguidores de Jesús.
Por lo tanto, si somos realmente sinceros, estamos obligados a estudiar e investigar la Divina Palabra, como el Señor nos manda, para conocer su verdad.
Por favor, cree y ¡¡¡PREPÁRATE!!!
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