Desafío y profecías bíblicas

PROFECÍAS BÍBLICAS Y EL DESAFIO DE DIOS


EL CONOCIMIENTO del futuro es algo que escapa del poder humano. El hombre puede especular, calcular, deducir, arriesgar una predicción sobre sucesos del mañana, pero nunca tiene la seguridad de que los mismos ocurrirán. Ni siquiera sabe qué puede pasarle personalmente a la hora o al minuto siguiente respecto a su propia vida. Tiene la esperanza de estar vivo, pero también puede ocurrir que esté muerto.

Por lo tanto, si la Biblia contiene predicciones acerca del porvenir, y los hechos históricos posteriores confirman su cumplimiento, forzosamente debemos admitir que ella es de origen divino, porque sólo Dios conoce el futuro. Y también esos mismos hechos nos obligan a creer que las profecías que hablan de sucesos por acaecer también serán confirmadas por los acontecimientos.

Desde hace cerca de 2.600 años Dios viene lanzando, por los escritos del profeta Isaías, este desafío incontestado a los hombres y a los dioses falsos:

Alegad por vuestra causa, dice Jehová; exhibid vuestros fundamentos. . . Traigan, anúnciennos lo que ha de venir; dígannos lo que ha pasado desde el principio, y pondremos nuestro corazón en ello; sepamos su postrimería, y hacednos entender lo que ha de venir. Dadnos nuevas de lo que ha de ser después” (Isaías 41:21-23).

Luego Dios dice categóricamente, reclamando para sí solo la facultad de predecir el porvenir: “Acordaos de las cosas pasadas desde el siglo; porque yo soy Dios, y no hay más Dios, y nada hay a mí semejante; que anuncio lo por venir desde el principio, y desde antiguo lo que aún no era hecho” (Capítulo 46: 0, 10). “Las cosas primeras he aquí vinieron, y yo anuncio nuevas cosas; antes que salgan a luz yo las liaré notorias” (Capítulo 42:9).

Este es el argumento incontrastable de la inspiración divina de las Escrituras, y de que ellas dicen la verdad acerca del glorioso mundo nuevo prometido por Dios a sus hijos fieles.

Una vez Creso, el rey de Lidia, en Asia Menor, consultó al oráculo de Delfos respecto de la suerte He la batalla que iba a librar contra el enemigo. El oráculo, como de costumbre, le contestó en forma ambigua, de manera que la ganara o la perdiera, siempre habría respondido correctamente. Le dijo: “Si cruzas c| río, un gran imperio va a caer”. El rey, creyendo que el oráculo le era favorable, cruzó el río para presentar batalla, pero la perdió. Cayó un imperio, pero no el del enemigo, sino el suyo propio.

Cuando el rey reprochó al oráculo por haberlo encanado, éste contestó que había dicho la verdad, porque en realidad cayó un imperio. Quien había cometido el error era el mismo rey por creer que sería el de su enemigo.

Las predicciones de la Biblia no son de ese estilo, sino claras, precisas, inconfundibles, verificables.

Puesto que la demostración del cumplimiento de las profecías bíblicas constituye la espina dorsal de la fe en las Escrituras, nos vemos en la necesidad de presentar varias para despejar la duda de si no se traía de mera casualidad; pero al mismo tiempo, obligados por el espacio, no podemos dedicarles una exposición detenida. 

De manera que de las que mencionaremos sólo presentaremos los rasgos más destacados de la predicción, y luego su cumplimiento en forma escueta, puesto que para su verificación histórica se puede recurrir a cualquier buen texto sobre historia antigua. 

En un BLOG tan simple como es éste no es posible presentar las profecías más extensas, extraordinarias por la cantidad de hechos predichos y cumplidos maravillosamente. Sin embargo, creemos que las entradas que siguen son suficientes para convencernos de que la Biblia es veraz. 

Además, al tratar la proximidad del reino de Dios, tendremos ocasión de examinar otras profecías y su cumplimiento.

creer en las profecías bíblicas



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