Enfrentando la profecía bíblica

profecía bíblica frente a ella

 Frente al profético Libro Eterno 

Muchísimas personas han considerado la Biblia, el libro de las profecías, como un libro difícil de entender; pero es un error. 

San Jerónimo escribió: “Ignorar la Escritura es ignorar a Cristo”. Los discípulos la entendieron y de esa manera pudieron comprender el misterio de su vida humilde, llena de dolores y sin embargo gloriosa. 

Jesús durante su ministerio en esta tierra demostró a sus discípulos que su divina misión había sido predicha con varios milenios de anticipación por los profetas del Antiguo Testamento. 

Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, declarábales en todas las Escrituras lo que de él decían (San Lucas 24:27). 

Por consiguiente, mediante el Antiguo Testamento podemos penetrar en el Nuevo y descubrir al Señor Jesucristo. El viejo adagio de San Agustín sigue siendo una verdad: “El Nuevo Testamento está escondido en el Antiguo; el Antiguo Testamento está revelado en el Nuevo". 

Los llamados Padres de la Iglesia: San Crisóstomo, San Agustín, San Jerónimo y otros, recomendaron calurosamente la lectura diaria v el estudio de las Santas Escrituras

El papa Gregorio I. el Magno, escribió: “¿Qué es la Santa Escritura sino una carta que el Dios Todopoderoso dirige a sus criaturas? No cabe duda de que si recibieses una carta del emperador, sin tener en cuenta el lugar donde te fuese entregada, no te darías reposo hasta saber qué deseaba de ti tu soberano terrestre. 

Sin embargo, el Emperador del cielo, el Señor de los ángeles y de los hombres, te manda una carta que concierne a tu vida, ¡y no te preocuparás por leerla! ¡Oh, mi querido hijo estudia y medita cada día las palabras de tu Hacedor! Aprende en la palabra de Dios a conocer el corazón de Dios” (Carta al Dr. Teodoro). 

El papa Benedicto XV declaró en su encíclica Spiritus Paracletus (1920): “¿Quién no puede ver las ventajas y el gozo que una lectura piadosa de los libros santos puede infundir a los ánimos bien dispuestos? Acercaos a la Biblia con espíritu de piedad, con fe, humildad y con deseo de perfeccionaros. Veréis entonces que os resulta posible participar del pan venido del cielo”. 


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