Profecías de esperanza
UNA ESPERANZA PROFÉTICA PARA EL MUNDO
A pesar de que desde el punto de vista humano no hay solución posible para los problemas que aquejan al mundo, no debemos olvidar la perspectiva teológica para el futuro de la humanidad. Tenemos la revelación profética bíblica. Esta es diametralmente opuesta a la que nos presentan las conclusiones que observamos, y que podríamos llamar científicas. Es una perspectiva optimista, en contraste con esta última, que es pesimista.
Es claro que más de uno se preguntará si la solución teológica respecto al destino del mundo no es más que una fantasía. Estamos tan acostumbrados a pensar que sólo lo que puede probarse o medirse en el laboratorio es lo verdadero y confiable, que nos resulta difícil admitir las otras realidades que escapan a nuestros sentidos.
Pero por poco que pensemos, nos daremos cuenta que en el mundo existen otras fuerzas y realidades tan positivas como la fuerza de gravedad, por ejemplo, y que sin embargo, hasta donde sepamos, no están sujetas a las leyes científicas que conocemos. No se pueden pesar, ni medir, ni palpar, ni ver.
No obstante, su realidad es innegable. ¿Quién puede negar la existencia del amor, de la esperanza, de la fe en el corazón humano? Son fuerzas poderosas, vivas, que mueven a los hombres, pero no se las puede analizar ni medir en el laboratorio.
Por eso, no podemos desechar la solución teológica hasta tanto probemos que razonablemente no puede ser factible, sobre todo cuando se trata de la crisis de la humanidad, que a todos nos implica, y cuando no conocemos remedio para la misma.
Nuestra felicidad y seguridad en la vida no pueden quedar supeditadas a nuestros prejuicios. Con ellos a cuestas sólo nos perjudicaremos.
El hombre no puede vivir sin ninguna filosofía de la vida, sin alguna creencia acerca del presente o del futuro. Es lo que cree. Consciente o no de esta realidad, sus creencias modelan su conducta y forjan su esperanza del mañana.
Así, si no tenemos confianza en el porvenir, nos faltará la energía para luchar; si somos supersticiosos, no pasaremos debajo de una escalera, o nos sobresaltará un gato negro, o temeremos una maldición gitana; si creemos en la supervivencia del alma, imploraremos por los muertos; en caso contrario, nos ahorraremos las plegarias.
Si tenemos fe en Dios, no nos desvelaremos cavilando acerca de qué nos reserva el día de mañana, porque conocemos nuestro destino. Los ejemplos podrían multiplicarse para demostrar la decisiva influencia que tienen nuestras creencias en modelar nuestra conducta.
Pero las creencias pueden ser erróneas, o responder a la realidad. Por eso hay que examinar sus fundamentos. No abogamos por la creencia ciega, pero tampoco es aceptable el rechazo de alguna porque no cuadra con los preconceptos establecidos, que en definitiva no son sino una forma de creencia.
Hemos hablado de la solución teológica. Por lo tanto, para poder adoptar una posición en favor o en contra de ella, corresponde examinar primero en qué consiste y en qué razones se fundamenta.
Le invito a que examine las entradas de este BLOG y sus páginas adyacentes.
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