Profecías y un Mundo Nuevo

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 PROFECÍAS MUESTRAN SEÑALES DE UN MUNDO NUEVO

Se acerca la hora

Así como los fenómenos meteorológicos nos anuncian los cambios del tiempo, del mismo modo, las profecías bíblicas nos señalan la proximidad del reino de Dios, del mundo nuevo tan reiteradamente prometido en las Sagradas Escrituras.

Las profecías respecto al tiempo de este acontecimiento tienen un doble valor para el investigador del plan de Dios: En primer lugar, le indican el tiempo profético que se está viviendo, o, en otras palabras, a qué altura estamos en la actualidad de los sucesos históricos, comparados con la profecía. Y, en segundo lugar, le dan la oportunidad de comprobar al mismo tiempo la maravillosa exactitud de las predicciones divinas.

Dios tiene demasiado interés en la salvación del hombre como para dejarlo a oscuras respecto a su plan de redención, como hemos visto. El que dio a su propio Hijo por nuestro rescate anhela darnos esperanza y seguridad acerca del futuro

Pero para que esta esperanza, aunque segura, no apareciera como de un cumplimiento de futuro incierto, lejano, brumoso, nos ha dado una cantidad de señales, o signos, o anuncios previos que con el transcurrir del tiempo nos irían señalando la cercanía del glorioso suceso. 

Esas señales serían como hitos en el camino del tiempo. Cada una nos diría con la elocuencia de los hechos cumplidos que estamos más próximos al fin de las miserias humanas y al comienzo de la renovación de todas las cosas.

Cristo mismo dio instrucciones al respecto cuando sus discípulos le preguntaron: “¿Qué señal habrá de tu venida y del fin del mundo?” (S. Mateo 24: 3). El Maestro les respondió en forma concreta sobre el particular, prediciendo sucesos que el transcurso de los siglos se encargaría de confirmar.

Algunas de las señales estaban relacionadas con acontecimientos cercanos a la época de los discípulos, tales como la destrucción de Jerusalén, y la demolición total del templo hasta no quedar “piedra sobre piedra” (hechos ocurridos en el año 70 de nuestra era), y otras, con sucesos posteriores.

Por razones obvias, las que para nosotros revisten mayor interés son las que se refieren a nuestro tiempo, puesto que ellas nos revelarán cuán lejos o cerca estamos de la venida del reino de Dios. Por consiguiente, de los capítulos 24, 13 y 21 de los tres primeros Evangelios, donde están registradas las principales señales de su venida dadas por Cristo, sólo estudiaremos (en las siguientes entradas) las referentes a nuestra época.


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