El don de profecía 2

 El don profetico

Los patriarcas como profetas

profecías bíblicas Abraham
La palabra hebrea nabí (profeta) se refiere a una persona a quien Dios ha llamado para comunicar sus mensajes a la humanidad. El vocablo nabí está relacionado con el antiguo verbo babilonio nabu, “llamar”. En Babilonia, se dirigían repetidamente al rey como “el llamado {nibii} por los grandes dioses”.  De este modo, un profeta era alguien que había recibido un llamado divino y que generalmente era una figura religiosa independiente y carismática. “No tenía derecho hereditario a ese cargo, ni podía apropiarse del título de nbhit’ por virtud de nombramientos políticos”.

Generalmente no pensamos en Noé como profeta, pero las Escrituras nos dicen que él caminó con Dios (ver Gén. 6:9) y recibió mensajes de él (ver 6:13,14; 7:1; 8:15). Noé tenía unos 480 años de edad cuando Dios anunció que destruiría la tierra con un diluvio (ver 6:3; cp. 7:6). Obedeciendo las instrucciones de Dios, Noé construyó un barco en el cual él y su familia se salvaron (ver 7:7,13; 1 Ped. 3:20). Sin embargo, Noé hizo más que sencillamente construir un arca para salvar a su familia, pues 2 Pedro 2:5 dice que él fue un "pregonero [predicador, NVI] de justicia”. Durante 120 años advirtió a sus conciudadanos de la catástrofe inminente, pero solo unos pocos creyeron y fueron salvados (ver 1 Ped. 3:20).

No se sabe mucho acerca del profeta Enoc. El también caminó con Dios, dice la Escritura, y fue trasladado al cielo sin morir (ver Gén. 5:24). En Hebreos 11 está entre los héroes de la fe, y Judas menciona la tradición de que Enoc proclamó la Segunda Venida de Cristo y el juicio de Dios sobre los impíos (ver Jud. 14,15)1

La primera persona llamada profeta en la Biblia es Abraham (ver (¡én. 20:7). Después que le dijo a Abimelec, rey de Gerar, que Sara era su hermana, y después que Abimelec la mandó a buscar, Dios le habló a Abimelec en un sueño y amenazó con destruirlo si se acercaba a Sara. Cuando Abimelec protestó de que había actuado “de buena fe y sin mala intención” (20:5, NVI), Dios le dijo: “Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orará por tí, y vivirás” (20:7).

La historia de la profecía bíblica es fascinante y debe llamarnos la atención a sus orígenes. ¿No le parece?


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