El don de profecía 3
El don profetico
El profeta de los profetas
Las profecías bíblicas dicen que Moisés fue el primer miembro de la nación de Israel que fue llamado a ser profeta. Nacido de padres hebreos que vivían como esclavos en Egipto, fue adoptado por la hija de Faraón y educado en (oda la sabiduría de Egipto. Su preparación incluía las tradiciones religiosas y legales del antiguo Cercano Oriente, así como el servició al gobierno en el mayor imperio que el mundo había visto hasta ese tiempo.
Moisés creyó que él liberaría a su pueblo del yugo de la esclavitud, pero fracasó en su intento de rescatar a su pueblo por su propio poder y tuvo que huir a Madián (ver Exo. 2:15).
Mientras vivía en Madián cuidando las ovejas de su suegro Jetro, Moisés recibió la educación que lo preparó para su futuro papel como el libertador de Israel, enviado por Dios; “Mientras vivía en el exilio el Señor envió a sus ángeles para que lo instruyeran especialmente con respecto al futuro. Allí aprendió más plenamente las grandes lecciones del dominio propio y la humildad. Pastoreó las manadas de Jetro, y mientras llevaba a cabo sus humildes deberes como pastor, el Señor lo estaba preparando para que se convirtiera en el pastor espiritual de sus ovejas, es a saber, el pueblo de Israel” (HR 113).í
Las profecías bíblicas siguen narrando que después de cuarenta años en Madián, Moisés regresó a Egipto con la seguridad de que Dios estaría con él. Debía conducir a Israel al salir de Egipto y llevarlo a Canaán. Las diez plagas de Exodo 7 al 11 vencieron la resistencia del faraón que no quería dejar ir a Israel, y después de una serie de milagros por el camino, Moisés, bajo la dirección de Dios, condujo a Israel desde Egipto hasta las fronteras de la Tierra Prometida.
Allí el pueblo escuchó el informe de los diez espías acerca de la gente que vivía en Canaán y se desanimó tanto que decidieron regresar a Egipto (ver Núm. 14:4). Esta demostración de incredulidad condujo a Dios a amenazar con la destrucción del pueblo de Israel, y esto impulsó a Moisés a interceder por ellos. Como consecuencia de esta rebelión, el pueblo de Israel tuvo que peregrinar otros treinta y ocho años en el desierto (ver Deut. 2:14), y la generación que se rebeló contra Dios murió por el camino, con la excepción de Josué y Caleb.
El evento más trágico de la vida de Moisés, quien fue llamado el hombre más manso de la tierra (ver Núm. 12:3), sucedió en Cades. Allí, en lugar de hablar a la roca como Dios le había ordenado hacer, Moisés golpeó la roca para sacar agua de ella (ver Núm. 20:8-12). este único acto de desobediencia le impidió entrar en la Tierra Prometida, recordándonos que un pecado acariciado y no confesado nos impedirá entrar al reino. “Un solo pecado que se conserve”, dice Elena de White, “irá depravando el carácter, y sujetará al mal deseo todas sus facultades más nobles” (PP 481,482).
Poco antes de su muerte, Moisés les dijo a los israelitas: “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová vuestro Dios; a él oíd” (Deut. 18:15). Esta profecía fue cumplida inicialmente por medio de Josué y los profetas que lo siguieron. Encontró mi cumplimiento máximo con la aparición del Mesías, que fue el Profeta que conduciría al pueblo de Dios desde la esclavitud del pecado hasta la Canaán celestial.
Muchos años después de la muerte de Moisés, cuando Josué escribió los versículos finales de Deuteronomio, dijo: “Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara” (Deut. 34:10). No hubo otro profeta como Moisés hasta el tiempo del Mesías quien, dice el libro de Hebreos, no solo fue el mayor de todos los profetas, incluyendo a Moisés (Heb. 3:3), sino aun mayor que los ángeles (1:4). Después de todo, él fue “Dios |... | manifestado en carne” (1 Tim. 3:16).
¿No le parece que la profecía bíblica es fascinante y debe llamarnos la atención a nuestro corazón?
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