El don de profecía 4

Profetas y reyes

A lo largo de todo el tiempo de la monarquía, los profetas tuvieron la libertad de reprender a los reyes y príncipes en el nombre del Señor (ver 1 Sam 13:13,14; 1 Rey. 20:41-43). Les recordaron a los gobernantes que su soberanía no era ilimitada, que el gobierno y los juicios de Dios estaban por encima del gobierno de los reyes. 

profecías bíblicas Elías
La capacidad que tenían los profetas de hablar con toda claridad, señalando los pecados de la gente y de sus gobernantes, fue de gran importancia en la historia de Israel. 

Esto los puso aparte de los así llamados profetas de otras naciones. “Las amenazas de juicios lanzadas por los profetas contra los reyes y los príncipes, constituye un contraste notable con la ansiedad, muchas veces demostrada de los adivinos asirios, de explicar, para la comodidad de sus amos, las señales amenazantes que no podían negar y que habían observado”

Esta independencia de los profetas bíblicos hizo posible que el profeta Natán reprendiera al rey David por su crimen contra Urías heteo (ver 2 Sam. 12:1-13). La autoridad profética de Natán también fue la razón por la que David no construyó el templo (ver 7:12-17), y fue la intervención de Natán la que aseguró el ascenso de Salomón al trono (ver 1 Rey. 1:11-14).

Después de la división de la nación para formar el reino del norte (Israel) y el reino del sur (Judá), en 931 a. C., Jeroboam, el primer rey de Israel, edificó dos centros de adoración para su pueblo del norte, uno en Betel y el otro en Dan. Él razonó en su corazón: “Si este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová en Jerusalén; el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam, rey de Judá, y me matarán a mí, y se volverán a Roboam rey de Judá” (1 Rey. 12:26, 27). 

Mientras Jeroboam estaba oficiando como sacerdote en la dedicación del nuevo altar en Betel, un profeta de Dios protestó: "Altar, altar, así ha dicho Jehová: He aquí que a la casa dé David nacerá un hijo llamado Josías, el cual sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman sobre ti incienso, y sobre ti quemarán huesos de hombres” (1 Rey. 13:2).

Esta profecía se cumplió literalmente unos trescientos años más tarde cuando Josías, rey de Judá (639-609 a. C.), demolió el altar en Betel. “Y se volvió Josías, y viendo los sepulcros que estaban allí en el monte, envió y sacó los huesos de los sepulcros, y los quemó sobre el altar para contaminarlo, conforme a la palabra de Jehová que había profetizado el varón de Dios, el cual había anunciado esto” (2 Rey. 23:16).

Cuando el rey Acab y su esposa Jezabel introdujeron el culto de Baal en Israel, el reino del norte, Elias y otros profetas condujeron la lucha contra ese culto (ver 1 Rey. 18; 20:13-43). Jezabel hizo que algunos de ellos fueran muertos por causa de su oposición (ver 1 Rey. 18:4,13,22; 19:10-14; 2 Rey. 9:7). Luego, no habiendo podido persuadir a uno de sus ciudadanos, llamado Nabot, que le vendiera su viña, Acab y Jezabel lo hicieron acusar falsamente y lo hicieron matar. 

Pero tan pronto como murió Nabot, el profeta Elias apareció proclamando en el nombre de Dios: “En el mismo lugar donde lamieron los perros la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu sangre, tu misma sangre” (1 Rey. 21:19). Esta profecía se cumplió cuando, el día que el rey Acab murió en la batalla, algunos lavaron el carro en el estanque de Samaría; y los perros lamieron su sangre (y también las rameras se lavaban allí), "conforme a la palabra que Jchová había hablado” (1 Rey. 22:38).

La voz de los profetas era la voz de autoridad suprema, expresando el punto de vista y la voluntad de Dios. Sus palabras no sólo competían con las decisiones de los reyes o con el consejo de los sacerdotes, sino que con frecuencia los profetas desafiaban y aun condenaban las palabras y los hechos de los sacerdotes, de los falsos profetas, de los príncipes y reyes (ver Isa. 3:12,14,15; Jer. 2:26; Miq. I I 3,11; Sof. 3:4).

La Historia muestran las profecías bíblicas y sus cumplimientos. ¡Cuán importante es apartarnos de la indiferencia!



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