Profecías bíblicas como revelación
Profecías bíblicas y la revelación general
La revelación general a veces se la llama la revelación natural en contraste con la revelación sobrenatural de Dios registrada en las Escrituras. Las cualidades mentales, morales y espirituales de la humanidad son una manifestación de esta revelación general. Los seres humanos fueron creados a la imagen de Dios, y a pesar de la caída, todavía reflejamos hasta cierto grado el carácter de Dios.
En particular, cada ser humano tiene una conciencia moral. La principal tarea de la conciencia es animarnos a hacer el bien y a evitar el mal. También pronuncia juicios. Esta facultad es un fenómeno universal, aun cuando su operación difiere de persona a persona. El concepto de la voz de la conciencia es especialmente importante para cntender la justicia de Dios y la salvación de los paganos.
La revelación de Dios por medio de lo que ha creado constituye también parte de la revelación general. Esto fue lo que motivó a David a exclamar: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal. 19:1).
En Romanos 1:20, Pablo alega que toda la humanidad tiene un conocimiento rudimentario de Dios: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”.
Desafortunadamente, los seres humanos a menudo dejan de ver el mensaje de Dios en la naturaleza. Algunos llegan a estar muy familiarizados con la creación de Dios de modo que la dan por sentado, y no piensan acerca de sus maravillas; Otros elevan la naturaleza a la posición de Dios y atribuyen todo a las leyes naturales.
Todavía otros se apartan del verdadero conocimiento de Dios y adoran a las criaturas que Dios hizo, o elaboran prácticas e ídolos hechos por el hombre. Por lo tanto, Pablo escribió en Romanos 1 que “Dios los entregó a la inmundicia [...], los entregó a pasiones vergonzosas [...] y los entregó a una mente reprobada” (vers. 24,26,28).
Aunque la naturaleza provee abundantes ejemplos de los maravillosos actos creadores de Dios, también exhibe las consecuencias de la caída. Cardos y espinas, el león que mata a la gacela para alimentar a sus cachorros, y la araña que atrapa a la mosca, todos dan evidencia del hecho de que el pecado ha cambiado lo que Dios una vez definió como “bueno en gran manera” (ver Gén. 1:31).
Por esto también la escritora y educadora Elena de White escribio '“La naturaleza aún habla de su Creador. Sin embargo, estas revelaciones son parciales e imperfectas. Y en nuestro estado caído, con las facultades debilitadas y la visión limitada, somos incapaces de interpretarlas correctamente. Necesitamos la reyelación más plena que Dios nos ha dado de sí en su Palabra escrita” (Ed 17).
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