Profecías bíblicas, cómo vienen

 Revelación, inspiración e iluminación, en las profecías bíblicas

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Antes de seguir adelante, necesitamos clarificar algunos términos. Mientras la distinción entre inspiración y revelación no es totalmente definida, la palabra revelación se refiere principalmente a la divulgación de la verdad mediante palabras, actos o cualquier otro medio, pero más plenamente por la persona de Jesucristo. Se refiere principalmente al contenido de la verdad: el asunto que es comunicado al profeta. Por ejemplo, en Daniel 7, la revelación es lo que Daniel vio.

El término inspiración, por otro lado, describe principalmente la forma en que Dios comunica su verdad: el método de comunicación entre Dios y los seres humanos. A veces, Dios usó visiones y sueños (ver Núm. 12:6). 

En otras ocasiones, él habló cara a cara (ver los vers. 7 y 8) o sencillamente guió a los escritores de alguna manera mediante el Espíritu Santo de modo que lo que escribieron estaba en armonía con su voluntad. De este modo el apóstol Pedro declaró: “Nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Ped. 1:21). 

La palabra inspirados (gr._/?ra) se usa en Hech. 2:2 para hablar del “viento recio que soplaba \féro\” que descendió sobre los creyentes en Pentecostés. Hechos 27:15 se refiere a un barco que fue llevado \féro\ por el viento, que les impedía controlarlo o manejarlo. Así, en 2 Pedro 1:21, el uso de la palabra féro implica que los escritores bíblicos fueron llevados por el Espíritu Santo como un barco es llevado por el viento. Estaban bajo su control.

La tercera palabra que necesita una breve explicación es la palabra iluminación. Iluminación es el acto del Espíritu Santo que nos da luz y ayuda para entender la Palabra de Dios. Mientras la revelación y la inspiración afectó a los autores bíblicos, la iluminación nos afecta como lectores. 

Pablo escribió: “Pero el hombre natural [que no tiene el Espíritu, NVI] no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Cor. 2:14). En otras palabras, el lector e intérprete de las Escrituras debe ser guiado por el mismo Espíritu que inspiró las Escrituras

Sin la iluminación del Espíritu Santo, no podemos interpretar la Biblia correctamente, porque sólo él capacita al creyente a comprender y aplicar la Escritura. De este modo, cualquier estudio de la Palabra de Dios debería comenzar con una oración pidiendo la conducción y la iluminación del Espíritu Santo.

 ¿Cómo no confiar en las profecías bíblicas para decidir nuestro destino?



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